nos envuelve en su mística seducción
donde remueve la incertidumbre, nos
abraza con fuerza evitando que logremos
ver a nuestro alrededor...
Nos congela la mirada en un bello y grato
recuerdo, enfría nuestro cuerpo y paraliza
nuestras emociones para quedarnos ahí,
insensibles, viviendo en un estado de
conservación.
El manto de la seguridad nos abraza para
no permitirnos soñar, gritar, llorar, reír
y amar. Nos sujeta férreo para conquistar
nuestro deseo de grandeza, de sentir y pensar
en que todo esta a nuestro alcance, en que
no existen imposibles en este mundo que
no puedan ser cumplidos con determinación,
fe y esfuerzo.
Nuestro espíritu podrá ser adormecido mas
nunca sera convencido de que estamos en esta
vida para sobrevivir... Para cumplir, para
lograr cruzar el umbral sin pena, sin gloria.
Nuestro espíritu siempre arderá, aun cuando
se encuentre enterrado en lo mas profundo de
nuestro interior. Siempre dispuesto a mostrar
el camino, como el guía emocional que logra
adentrarnos a aventuras inimaginables, que nos
lleva por desafíos inigualables...
Nuestro espíritu brillara con la luz del universo
para destruir todos los obstáculos que nuestra
mente construye, para alejar el manto que nos
envuelve con ahínco si dejamos de movernos,
para hacernos sentir una y mil veces que nuestra
vida esta destinada a millones de cosas increíbles,
que nuestra vida esta diseñada para la grandeza
emocional, espiritual y física.
La magia existe, la magia de la fe, en nosotros
mismos nos hará vibrar al unisono del cosmos
logrando la sintonía celestial... La llave de lo
que identificamos como Exito y sentimos como
amor.
La magia arde en nuestro interior siempre,
solo necesita ser escuchada.
Así que corre, grita, ríe, llora, abraza y reza,
logra siempre avanzar... Que el tiempo no
permanece estático y nosotros tampoco.
Su amigo.
-Joe Barrera-